Durante largos años, el debate de la innovación en el transporte ha estado limitado a los automóviles: hacerlos más rápidos, más aerodinámicos, ecológicos... Los trenes han visto con Hyperloop su mayor ejemplo vinculado a la innovación y los aviones vuelven a ver el concepto de supersónico como una realidad factible. Sin embargo, algunos han mirado aún más allá. El espacio, que tan lejos ha quedado para el ciudadano común, cada día está más cerca de convertirse en una realidad. Wernher von Braun, ingeniero espacial en los años setenta, ya dijo que "el dominio del espacio por el hombre es la mayor aventura y la más inspiradora empresa". Y efectivamente lo está siendo; con Elon Musk a la cabeza.
El inspirador de Hyperloop, creador de Tesla y fundador de PayPal, también tiene en su haber a una de las empresas más fascinantes de los últimos años. Haciendo de la conquista del espacio su propia aventura, Musk es el feliz dueño de SpaceX. Muy citada en los últimos días por el gran éxito que ha supuesto uno de sus últimos lanzamientos, consiguiendo por primera vez que el cohete enviado al espacio pueda volver a aterrizar y así reutilizar el aparato en cuestión.
Sea como fuere, el hecho es que SpaceX es todo un éxito. Pero para llegar al punto en el que se encuentran ahora ha tenido que pasar mucho tiempo.
2002, el año del nacimiento
La idea se venía gestando desde hace ya mucho tiempo en el imaginario de Elon Musk, pero no fue hasta esta fecha cuando las ideas, los fondos y las posibilidades tecnológicas hicieron posible la creación de SpaceX. En junio de 2002, un desconocido Elon abría la primera planta de fabricación de la empresa en El Segundo, en California, epicentro de la industria aeroespacial mundial. El objetivo era aumentar la fiabilidad y reducir el costo del acceso al espacio.
Musk se metió en este proyecto por su buen olfato con los nuevos negocios y por simple intuiciónLos beneficios obtenidos en Pay Pal, la primera experiencia mundial del sector fintech con éxito, sirvieron para financiar lo que por aquel entonces se antojaba como una locura de millonarios. Con buen ojo para los nuevos proyectos, Musk entendió que la exploración de la órbita baja de la tierra era un negocio muy factible. La NASA estaba abandonando esta actividad en favor de llegar más lejos en la conquista espacial por lo que era el momento de las empresas privadas, como SpaceX, Orbital Sciences o Boeing para ocupar el lugar. La diferencia de estas dos últimas, en comparación con SpaceX, es que Musk realmente no tenía ni idea del negocio, simplemente le gustaba.
El problema de esta empresa es la investigación y el alto coste que implica cada avance. Pero sus progresos estaban dando sus frutos; 2005 se cerró con una noticia histórica. SpaceX firmaba un acuerdo con la NASA para desarrollar el hardware de los vuelos espaciales tripulados. Era la primera vez que una empresa privada, de tan reciente creación, entraba a formar parte de la selecta familia de los astronautas estadounidenses.
Cohetes, acuerdos y una financiación
Hacia 2006, Elon Musk, que pensaba que el proyecto no podría llegar demasiado lejos, ya había destinado casi 120 millones de dólares de su bolsillo y estaba programando el lanzamiento de su primer cohete.
El primer intento, el Falcon I, culminó de forma desastrosa y no vería el éxito hasta años después, en 2008. Sin embargo, la clave para estos años era la mejora de las relaciones de SpaceX respecto a la NASA. Otro acuerdo histórico oficializaba un proyecto a futuro en el que la empresa de Musk prometía demostrar la entrega y devolución de carga a la Estación Espacial Internacional con su versión mejorada del Falcon 9 y el Dragon.
Por esta razón, 2007 fue un año clave para la compañía. Las pruebas, estudios y análisis de las estructuras se estaban preparando para que, en 2008, todos los lanzamientos programados fuesen factibles.
Crecer tiene un precio, y en SpaceX aún más. El fundador de la empresa ya no tenía la capacidad financiera para asumir todos los costes que implicaban tener éxito en la carrera espacial. La empresa cerró su primer ronda de financiación, dando entrada así a unos incipientes inversores. Con 20 millones, la empresa ya podía empezar a crecer de forma expansiva y financiar uno de los años más activos y complejos: 2008.
Con inversores provenientes de las principales tecnológicas, como Facebook, estaba claro que la carrera espacial ya había dejado de ser únicamente de los grandes centros de investigación de los diferentes países históricamente implicados.
Conseguir que el Falcon 9 fuese una realidad para la NASA se había convertido en el principal objetivo de Musk. Evaluaciones con motores, procesos de entrega de cargas y pruebas previas de los sistemas de arranque fueron la tónica de ese año.
Mientras, el 28 de septiembre de 2008, el Falcon 1 fue capaz de realizar su primera misión exitosa. Su carga útil comercial en la órbita de la Tierra, al satélite RazakSAT, era entregada por fin con el primer vehículo impulsado por combustible líquido fabricado mediante financiación privada. En 2009 volverían a repetir la experiencia; utilizando los conocimientos de esta experiencia para llegar a acuerdos comerciales con instituciones aeroespaciales europeas. La cuestión es que, en tan solo seis años habían logrado su primera misión espacial.
Los éxitos en las alturas se sucedían uno tras otro: los acuerdos con la NASA estaban cumpliendo los plazos establecidos e incluso se cerraban antes del dead line. Mientras, en tierra, Elon tenía que seguir financiando estas experiencias espaciales puesto que los fondos aportados por la NASA eran insuficientes. El creador de la startup para la conquista del espacio no tuvo más remedio que diluir su participación en la misma dos veces consecutivas en 2009: una por 15.03 millones de dólares y una segunda por 30.44 millones en la que participó Draper Fisher Jurvetson.
Con el sistema de reutilización de SpaceX se conseguían ahorrar millones de dólares por cada misión espacialVolvería a repetir otra ronda de financiación en 2010 por unos 50 millones, con el objetivo de asentar otro objetivo histórico en el haber de la empresa. Ese año se preparaba como uno de los más importantes para SpaceX, en el que Elon Musk explicaba que su trabajo a través de una empresa privada tenía el objetivo de "liberar los recursos de la NASA para desarrollar tecnologías de transporte interplanetario, necesarios si se quiere llegar a Marte: el siguiente paso de gigante en la exploración humana del Universo".
Mientras la NASA preparaba la conquista de Marte, o al menos la imaginaban, SpaceX lograba tener éxito en los dos primeros lanzamientos del Falcon 9. Por aquel momento uno de los cohetes más avanzados del mundo que lograban una intersección casi perfecta con la nave Dragon y girar alrededor de la misma. Así mismo, se convertía en la primera empresa privada en crear una nave que se pudiese recuperar desde la órbita de la Tierra. Sin embargo, hasta 2015 no se logró que el vehículo de lanzamiento aterrizara: un primer intento a una velocidad demasiado rápida dañó el aparato, otro segundo terminó desastrosamente y, finalmente, en diciembre de ese mismo año se logró el aterrizaje perfecto en tierra después de terminar la misión. En abril de 2016 se añadiría otro éxito consiguiendo aterrizar sobre una plataforma. Se logran entonces abaratar los costes entre 10 y 100 veces, ya que la fabricación del vehículo supone solo 60 millones de dólares, más los 200.000 del coste del combustible.
Durante ese intervalo de años, los éxitos comerciales de Spacex se sucedían. Astronautas de renombre se unían a la causa y diferentes países contrataban a SpaceX para poner en órbita sus respectivos satélites. Las investigaciones en torno a los Falcon y la Dragon se sucedía, así como las inversiones de gran magnitud; 2012 se cerraba con otros 30 millones de inversores privados ávidos de participar en una de las empresas más fascinantes del momento.
Ahora, y poniéndose al nivel de las grandes tecnológicas como Apple, Space X está considerada como uno de los mayores éxitos del momento. Con unas cuentas que no son públicas es complicado saber cuál es el nivel de beneficios que tiene dicha empresa; aunque sí conocemos que tras su última ronda de financiación en 2015 de mil millones de dólares, en la que Google se hizo con el 10% de la compañía, su valoración en los mercados rozó los 10.000 millones aproximadamente, que unidos al gran número de encargos privados, hacen a la empresa bastante rentable.
Mientras, la idea de Elon no está sola. En los últimos años le han salido varios competidores con un mismo objetivo, entre ellos Blue Origin de Jeff Bezos, también conocido como el fundador de Amazon y que consiguió en primera instancia el primer cohete que era capaz de aterrizar.
Ante este éxito, el mayor objetivo de SpaceX es ahora mismo conquistar Marte con una nave tripulada; cuestión aprobada en 2010 en un proyecto conjunto con la NASA. Sin embargo, la empresa no pierde sus valores fundamentales: hacer del transporte espacial algo común, sencillo, rentable y accesible. Sus acuerdos actuales con la NASA son un paso previo para lograr ir un poco más lejos y conseguir popularizar los trayectos por el espacio para el ciudadano común, previo pago de unos 500.000 dólares. Y es que quizá el proyecto pueda ser sencillo, pero de momento económico no es una de sus características.
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