jueves, 14 de julio de 2016

El mundo se hizo eco de este empresario argentino pero él no quiere ser encasillado

Los medios internacionales hablaron de él, todos usaron su desarrollo y su cara se volvió conocida en el mercado. Sin embargo, Máximo Cavazzani trabaja para no quedar sólo como "el pibe de los juegos"

En el primer piso de la fábrica en la que aún opera la firma textil CD Way, ubicada en el barrio porteño de Villa Urquiza, decenas de computadoras se replican una al lado de la otra y forman líneas que, desde la entrada, resultan infinitas, pero desembocan en la oficina de quien, firme, con los puños apretados y el mentón en alto camina entre las pantallas repletas de códigos indescifrables para ajenos de los bagajes de la programación.


Máximo Cavazzani (30) empezó a crear su universo a los 21 años con dos amigos del ITBA –donde estudió Ingeniería en Sistemas– en una de las oficinas más chicas del edifico de su padre. Hoy, las computadoras y sus jóvenes empleados ya ocuparon todos los rincones disponibles de ese primer piso, relegando a los rollos de tela que, de vez en cuando, surgen como restos de la toma. “Mi papá siempre quiso que trabaje con él, pero tomé la decisión de estudiar. Cuando empezamos con esto sobraba una oficina mínima y entramos los tres ahí. Ya cuando fuimos seis, le empecé a pagar un alquiler. Luego, ocupamos un piso entero y, hoy, nos vamos a quedar con todo el edificio”, describe, orgulloso.

De seis pasaron a 20, 50, 100, hasta ser 200 los que ocupan las instalaciones de Etermax –empresa de la cual él es el único dueño– que se encuentra en plena reestructuración de procesos, para poder organizar el trabajo de todo el personal. “Es algo que tenemos que pensarlo ahora, no dentro de 15 años cuando seamos 1000 y terminemos fundiéndonos por no haberlo hecho”, sentencia Cavazzani.

La ampliación de las oficinas y reorganización de la firma llegan tras una seguidilla de booms que arrancó en el momento en que Cavazzani decidió dejar de crear aplicaciones financieras –aunque reconoce que estas financiaron los comienzos de Etermax– para enfocarse en los juegos. En 2012, lanzó Apalabrados, una especie de scrabbel mobile que lo catapultó al éxito en España, antes de que en su propio país. Luego le siguieron Mezcladitos y Bingo Crack, pero fue en 2014 cuando el lanzamiento de Preguntados –en inglés, Trivia Crack– rompió todas las proyecciones. El juego de preguntas y respuestas fue descargado por 200 millones de personas en todo el mundo occidental y permaneció 66 días consecutivos en el primer puesto de App Store y Play Store en los Estados Unidos, mientras que Angry Birds, de la finlandesa Rovio, nunca lo alcanzó y Candy Crush, de la sueca con sede en Irlanda, King sí lo hizo, pero solo por un plazo de cinco días.

“Haber hecho Preguntados representa haber servido a 25 millones de usuarios activos diarios, haber armado un grupo de trabajo como nunca antes en este país, tener la marca más conocida en los Estados Unidos y ser la primera empresa local de producción de juegos a gran escala, o la más importante”, reflexiona Cavazzani, para quien Etermax es, quizás, la única empresa argentina significativa que está desarrollando productos que se consumen a escala mundial: “Tenés a MercadoLibre, que tiene concentración regional, tenés a Globant que es enorme, pero hace más outsourcing. Nosotros lo que hacemos es generar productos desde acá, intentamos generar valor desde la región hacia el mundo y no al revés”.

El negocio se sostiene gracias a la publicidad que se vende en los juegos que, según Cavazzani, tienen un reach de “cientos de millones de impresiones por día”. A esto, se suma la economía de las propias apps que, para utilizarlas sin ver ningún tipo de anuncio, hay que pagar US$ 2,99 –se calcula que entre el 1 y el 2 por ciento de los usuarios paga esta modalidad–. Hoy, 10 millones de usuarios diarios activos juegan en los distintos productos, desde Tierra del Fuego hasta Rusia, límite con el mercado oriental: “Somos muy fuertes en países de Medio Oriente, en especial Turquía, mientras que China, Corea y Japón son nuestra última frontera, esperamos alcanzarlos”.

Gracias a Preguntados la cara de Cavazzani se hizo conocida a nivel internacional. Reportajes en medios como Wired, The Wall Street Journal y la revista TIME, sólo por nombrar títulos norteamericanos, lo llevaron a una cima en la que, dada la vorágine de la tecnología, es difícil permanecer. “Soy el primero que vive para que Preguntados sea insignificante, para que lo que haga en el futuro sea mucho más importante, o por lo menos, morir en el intento”, aclara Cavazzani, quien confiesa que él mismo es quien siente el prejuicio de que el éxito de Etermax se limite a Preguntados: “Quienes también lo tienen, tienen razón. Yo me lo digo a mi mismo todos los días: es verdad que puede ser la última cosa que hagamos; pero por eso me levanto todos los días, para no ser solo el pibe de los juegos, sino me quedaría tomando una caipiriña en Miami”, bromea.

Lejos de ese mar turquesa, desde la ventana de su oficina se puede apreciar una marea de computadoras de escritorio con monitores de todos los tamaños y jóvenes, muchos. Algunos  están compenetrados con lo que sucede en su pantalla mientras que otros van y vienen desde su escritorio a la cocina, que se encuentra en el medio del gran ambiente fabril, para almorzar.

A diferencia de otras empresas de tecnología y startups, en Etermax, se trabaja de lunes a viernes, nueve horas diarias, bajo el mando de un jefe que reconoce tener una personalidad fuerte y cuya determinación e ímpetu al hablar lo demuestran. Esa característica lo ayuda a la hora de transmitir sus convicciones a sus empleados y para que estos tampoco crean que después de Preguntados ya no queda nada por hacer. “Ahora, estamos en la final del Mundial y está en nuestras manos ganarla o perderla, pero nos sentiríamos mucho peor si en vez de estar en la final, sólo hubiésemos llegado a octavos. Esa es la filosofía que tengo y trato de mostrársela a mi equipo de mil maneras hasta que la entiendan”, sostiene Cavazzani y agrega: “No tienen que quedarse con lo que está pasando hoy, sino ver lo que va a estar pasando en el futuro. Así es como se construyen los éxitos y Preguntados es una construcción. El próximo éxito que tengamos va a ser una construcción. Si alguien encontró el éxito de casualidad, lo va a perder de la misma manera”.
Como buen emprendedor reconoce que le costó delegar tareas, pero que con el paso del tiempo aprendió a hacerlo: “Cuando delegás sentís que el otro hace el mismo trabajo que vos en el doble de tiempo y la mitad de bien, y eso no te gusta, pero después te das cuenta que tenés que hacer diez cosas al mismo tiempo y decís ¿Yo solo voy a hacer las diez cosas?”. Sin embargo, cumplir el rol de líder es uno de los puntos que aún le generan sentimientos encontrados. Para Cavazzani, los negocios están llenos de consejos simplistas que hacen creer que llevar las riendas es una tarea sencilla: “Suelo escuchar frases como un líder es aquel, que hace esto o lo otro. Pero, un líder muchas veces tiene que ponerse en contra de sus empleados, yo tuve que tomar decisiones que están en contra de lo que piensa todo el mundo en la compañía y no es lindo estar en un lugar en donde todos te odian”, se sincera.

El último lanzamiento de Etermax fue Reinos Preguntados, la aplicación que le permite tanto a personas como a  instituciones crear su propio Preguntados, en el que los participantes pueden contestar preguntas sobre intereses específicos. Al proyecto ya se sumaron organizaciones como Greenpeace, Cruz Roja Internacional, la revista estadounidense TIME y Endeavor. Cavazzani da conferencias alrededor del mundo y en distintas provincias del país: “Me gusta hacerlo en la medida que ayude, porque no me gusta hacer las cosas y que no sirvan. Voy a las provincias en las que siento que genero algo”, aclara. También forma parte del Consejo Consultivo de Innovación Aplicada creado por Andy Freire, ministro de Modernización, Innovación y Tecnología y en el que participan los principales emprendedores del país. “Andy me dijo que sentía que yo podía ayudar, voy y doy mis opiniones técnicas. Obviamente, no cobro y no le dedico el 100 por ciento de mi tiempo, en la medida que aporte, lo voy a seguir haciendo, sino no”, explica.

Aunque tuvo varias propuestas para trabajar en el exterior y vender su compañía, Cavazzani decidió permanecer y crecer en Buenos Aires. “No soy una persona encerrada ni concentrada en armar un imperio, no estoy enamorado de mi empresa porque es mi bebé”, se justifica. Admite que tuvo muchas propuestas, no las aceptó, en parte porque “nadie le dio el valor que tiene” y porque Cavazzani está obsesionado con lograr que el desarrollo tecnológico surja desde un país como la Argentina: “A mí, no me interesa tener un jueguito exitoso. Me interesa generar desarrollo para que todo empiece a ocurrir desde acá, y para que mañana un pibe no me diga quiero ser Messi, sino que me diga: quiero ser un Máximo Cavazzani. Me gusta ser un modelo a seguir, no por mi satisfacción personal, es más que nada para que un pibe vea que puede estudiar ingeniería y ser exitoso”.

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